Centro Preparador Personal
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Hola.

Este es un blog que se escribe sobre la marcha. No hay planificada una temática ni tampoco una estructura. Es un blog de nosotros para vosotros y debido a ello, en función de lo que observamos y de vuestras experiencias personales, tratamos de ofreceros nuestra propia perspectiva y apoyaros durante el camino.

El de hoy no es un tema fácil. La muerte es un fantasma que sobrevuela nuestra existencia y que tarde o temprano se nos termina apareciendo. A veces se presenta de manera súbita, mientras que otras decide hacerlo poco a poco, en forma de enfermedad, de deterioro paulatino hacia un final definitivo. Pero más o menos imprevista, la muerte es un invitado horrible que voltea hacia abajo la vida de cualquier persona.

Cuando uno de nuestros alumnos se ve golpeado por ese drama, sabemos que necesariamente su rendimiento se va a ver mermado. Es lo lógico. Sin embargo, nos gustaría aportar una reflexión al respecto. Un enfoque más bien; algo que se nos ha ocurrido y que quizás pueda servir para percibir la muerte como una idea motivadora con la capacidad de transformar toda la carga negativa en un propósito positivo.

La muerte de un ser querido es algo dramático. Eso nadie lo duda. Pero dentro de lo inevitable que resulta el hecho de morir y la tristeza que eso lleva aparejado, recibimos también la hermosa responsabilidad de que nuestra vida esté a la altura de todo lo que esa persona nos legó. Somos los depositarios de alguien que ya no está aquí pero que sigue viviendo en nosotros. Y sólo por eso ya merece la pena hincar el codo doce horas diarias, porque igual que en gran medida nosotros somos ellos, nuestros éxitos también serán los suyos.

No vamos a entrar aquí en cuestiones de trascendencia. No se trata de cuerpo y alma…

Aunque sí de hardware y software. Igual que pasa con los ordenadores, nosotros tenemos un hardware y un software. El hardware es perecedero, tarde o temprano se deteriora, se vuelve inservible. Pero el software puede llegar a ser eterno si encuentra soporte en un hardware posterior. Nosotros debemos ser el hardware que reciba el software de quienes ya no están. Es un código que llevamos instalado, asumiendo el compromiso de protegerlo, mejorarlo, dignificarlo y transmitirlo. Que la memoria de los que ya no están se perpetúe en el tiempo depende de una cadena infinita en la que cada eslabón tiene un papel crucial.

En momentos tan duros como esos tenemos una responsabilidad. Y es una responsabilidad hermosa. Y la tristeza que podamos sentir ahora será la misma que sientan otros cuando nosotros no estemos. Porque es algo consustancial a nuestra naturaleza ser perecederos… pero también eternos.

Escribimos esto desde el respeto y el cariño. Se lo dedicamos a todos esos opositores que tienen que atravesar un trance tan terrible, con el ánimo de ofrecerles un enfoque que les permita seguir levantándose cada mañana con la certeza de que no están solos, de que dentro de ellos los suyos siguen viviendo y que ese legado les empuja día a día hacia el logro final de su objetivo.

Un abrazo a todos y mucho ánimo.

¡¡Estudiad!!

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