Centro Preparador Personal
de Oposiciones
Seleccionar página

El propósito de recluirse en un monasterio o de llevar una vida asceta, alejada del mundo, es cumplir con el objetivo de centrar toda la atención de que dispone una persona en un concepto individual de trascendencia. Ya seas cristiano, musulmán, judío, budista… cuando quieres conectar con lo que existe por encima de ti, en un sentido espiritual y pleno, el recurso final consiste, en mayor o menor medida, en la reclusión. De ese modo conseguimos concentrar nuestra atención en el objeto, plenamente, evitando que aquella se desfragmente con el consiguiente alejamiento de nuestro propósito.

Un opositor, en cierto modo, es un monje. Al igual que ellos, tiene un propósito y también un objeto de adoración. Su propósito es sacar la plaza. Su objeto de adoración es el temario.

Si algo resulta complicado hoy en día, es mantener la atención en una sola cosa. Es difícil centrar nuestra atención en una sola persona, porque con las aplicaciones de citas pueden gustarnos veinte al mismo tiempo. En cuanto una nos escribe ya lo está haciendo otra. Y sin saber por cuál decidirnos, resulta que nos contacta una tercera que nos mueve el piso hasta que aparece una cuarta y… ¿Quién se acuerda ya de la primera? Es difícil centrar nuestra atención en un artículo de prensa, porque antes de que hayamos leído dos párrafos o profundizado lo suficiente como para hacer una reflexión al respecto, alcanzando una conclusión propia, nos movemos directamente a los comentarios a pie de página, en donde leemos lo que escriben los demás e incluso nos metemos en las grescas dialécticas que se forman, rebatiendo en equipo con otros usuarios que no conocemos, codo con codo en una lucha que comenzó con un titular sugerido en nuestro navegador de Google, justo cuando estábamos a punto de ponernos a estudiar. Es difícil centrar nuestra atención en algo mientras tienes un videojuego en pausa, un audio reproduciéndose en el Whatsapp, una conversación en curso por el Messenger, cien correos que responder y alguien que te llama para pedirte consejo a través del fijo porque resulta que es imposible localizarte en el móvil. Todo eso sin mencionar las series que “debemos” seguir, las películas que “tenemos” que ver, los partidos de fútbol y un interminable etcétera de “productos” creados para que nos olvidemos de aquello que es esencial en nuestras vidas.

¿No tenéis la impresión de que este mundo está diseñado para coger nuestra atención y romperla en pedazos? La mayoría del tiempo estamos tan pendientes de tantas cosas que al final es complicado discernir si estamos prestando realmente atención a alguna.

Al igual que los monjes no se preocupan de las cosas mundanas, un opositor no debe consentir interferencias en su santuario de estudio. Amar con dedicación su trabajo debe ser el único propósito de su vida. Y fijaos que no incluimos en el anterior listado el trabajo, los hijos o la hipoteca. Porque esas no son cosas mundanas ni distracciones, sino responsabilidades que forman parte de nuestra vida. Nos referimos más bien a todo ese contenido que ha invadido nuestra vida social y cultural, que, bajo la apariencia de ocio superfluo e inocuo, se está convirtiendo poco a poco en una obligación ineludible: ese mensaje que no hemos respondido, esa conversación pendiente en Facebook, esa foto en Instagram. No vivimos aquí, sino que lo hacemos al otro lado de la pantalla. La ansiedad que nos provoca lo que estará pasando fuera, el miedo de sentirnos desactualizados si no estamos “en la onda”, esa sensación constante de estarnos perdiendo algo, hace que incluso cuando estamos desconectados del mundo se active una subrutina de alerta en nuestras mentes que hace volar a nuestra atención, cuando lo que hay que hacer es ponerla al servicio de ese grueso de papel que conforma nuestro temario.

De la triada motivación, esfuerzo y atención, esta última es la más importante. Nuestro consejo es que durante el tiempo que dure vuestra oposición, eliminéis cuentas en redes sociales y limitéis el uso de vuestros smartphones al mínimo. Pero si no podéis hacerlo, porque necesitáis mantener un contacto cotidiano con determinadas personas o sencillamente forma parte de vuestro trabajo, os recomendamos que al menos restrinjáis toda interacción durante esas horas que dedicáis al estudio. Sean dos, tres u ocho. Centrad todos vuestros sentidos sobre el papel, encerraos en la celda de vuestro cuarto y no penséis en nada que no sea vuestro temario.

La atención es al mismo tiempo un foco y un filtro. Si está centrada en un solo punto, el canal de entrada lo asimilará todo. En cambio, si está desfragmentada, el canal de entrada se verá desbordado y asimilaremos muy poco. Cuidad de vuestra atención. Vuestro aprobado depende de ella.

¡¡Un saludo y mucho ánimo!!

¡¡Lo conseguiréis!!

error: ¡Contenido protegido anticopia!
Call Now Button