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¡Hola!

Hace unos días una persona se nos derrumbó en el aula. Fue una situación que podría definirse como de “vaso desbordado” es decir, una última gota que colma el contenido emocional de alguien y hace que se vuelque sin remedio. Como es natural detuvimos el curso de la clase y dejamos que se desahogara. Cuando esa persona estuvo más tranquila nos explicó los motivos de su tristeza y eso fue precisamente lo que motivó este artículo.

Freud solía decir que la mente necesitaba un yugo al que someterse y que en su caso dicho yugo era la psicología. Esto significa que para ser feliz una persona necesita encontrar una pasión, algo a lo que entregarse y que de sentido a su vida. Todo en la vida de Freud giraba alrededor de la psicología. Lo que ocurría al margen de ella era circunstancial, porque ya fuera bueno o malo siempre tendría ese refugio al que volver, ese lugar en donde era feliz y jamás se sentía vacío.

Nosotros opinamos que ese sentimiento de soledad y de vacío que tanto abunda hoy en día es producto de una interpretación errónea de lo que es valioso y de lo que no lo es. La persona que citábamos al principio del artículo se sentía del mismo modo: no era capaz de avanzar, no vislumbraba un final feliz a sus aspiraciones, no encontraba comprensión y creía que sus esfuerzos eran inútiles, que estaban abocados al fracaso porque mientras el mundo a su alrededor avanzaba, el suyo estaba detenido y el tiempo se le escurría como arena entre los dedos.

Desde la perspectiva de un opositor es sencillo caer en la tentación de pensar que hacer cualquier otra cosa resulta más atractivo que hacer aquello que hacemos. Pero ese pensamiento no deja de ser una trampa de la mente. En parte inducida, en parte consentida, letal cuando se asume. Sales a la calle, te tomas un café con amigos y de repente te sientes un bicho raro porque no has visto tal serie, no has jugado a ese videojuego que lo está petando, no sabes si en Supervivientes se ha ahogado alguien o que una falda de Zara fue retirada del mercado porque llevaba un logo polémico. Te enteras de que fulanito es jefe de departamento, que menganita ascendió a coordinadora, que tal o cual pareja se casó en febrero y la sensación que tienes es la de encontrarte desactualizado, perdido, incomprendido, detenido en un espacio-tiempo del que no hay salida mientras las vidas de los demás avanzan hacia un final feliz.

Pero lo cierto es que sólo existen un principio y un final. La felicidad de entremedias es algo que dependerá de las circunstancias, de las elecciones que tomemos y sobre todo del enfoque que le demos a dichas elecciones. Si usamos cristales negros lo veremos todo negro, si los cristales son blancos lo veremos todo blanco y si no ponemos ningún cristal lo veremos todo tal cual es. Aquello que le importa a la mayoría de la gente no tiene que importarnos a nosotros. No si tenemos claro cuáles son nuestras prioridades y objetivos.

En un mundo que condena la soledad y vende como un mantra la necesidad de enamorarse de alguien, nosotros reivindicamos la faceta positiva de la soledad y la necesidad de enamorarse de algo. Porque una persona que encuentra una pasión y se entrega a ella jamás se sentirá sola ni vacía. Y no le importará no saber qué es Trending Topic o no haber leído tal publicación en Facebook. Ni tampoco que alguien de su entorno intente desmotivarla o que exista cierta gente que no crea en lo que hace. El mundo seguirá girando y todo lo que suceda dejará de importar porque todo lo que importa se reducirá a una mesa, a un temario, a su soledad.

Y con esto no queremos decir que os enclaustréis en un monasterio ni que os metáis ascetas. Simplemente valorad vuestra soledad en positivo. Dadle valor a lo que hacéis. El día de mañana, cuando acumuléis muchos años en la función pública, con un montón de trienios a vuestras espaldas, lo que recordaréis con más cariño serán estos meses o años en los que os dejasteis los cuernos estudiando. Como decía aquella estrella de Hollywood: “Muchas veces me gustaría regresar al primer casting, al primer set de rodaje, a la primera vez que mi nombre apareció en los créditos de una película y reencontrarme con aquel chaval inexperto que no tenía un dólar en el bolsillo y sin embargo estaba lleno de sueños”

La vida es un poco como los casetes. Tiene una cara A y una cara B. Elegir qué cara escuchar es algo que depende de vosotros. Podéis entristeceros porque vuestra vida discurre al margen de lo cotidiano, de lo normativo, de las modas. O podéis apasionaros con lo que hacéis, enamoraros del proyecto que habéis elegido y volcaros con pasión en él sin que nada externo os afecte.

Nosotros os recomendamos esto último. Poned siempre la Cara A de Aprobado. Soñad con ello. Y que en vuestra mente nunca deje de sonar esa canción que hace que los días comiencen siempre con una dosis de ilusión impagable:

“Everything is wonderful, being here is heavenly”

Nosotros creemos que podéis hacerlo, así que hacedlo.
¡Un saludo y hasta la próxima!

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