¡Hola de nuevo!
En esta tercera entrega nos gustaría centrarnos en la actitud adecuada a la hora de afrontar el estudio de una oposición.
Somos conscientes de que, en esto, como en todo, cada persona tiene su propia receta. No nos proponemos por tanto pontificar acerca de qué actitud es buena y cuál no la es. Nuestro propósito es, simplemente, sugerir unas pautas y recomendaciones que pueden resultaros útiles en vuestro día a día.
El estudio de una oposición no es comparable al estudio académico. Los objetivos a alcanzar son mucho más específicos y la presión con la que se aborda un desafío así, por lo que lleva implícito en cuanto a riesgo e incertidumbre, difiere mucho de la preparación que requiere por ejemplo un curso universitario lectivo.
Esto quiere decir que, en el estudio, al igual que en cualquier otra área, la estrategia a seguir es importante. Una vez habéis decidido estudiar una oposición y elegido aquella que mejor se adapta a vosotros, debéis trazar la estrategia adecuada para optimizar vuestro rendimiento y conseguir el objetivo. Para eso es necesario tener la actitud adecuada. Y eso es de lo que vamos a hablar hoy.
Lo primero y más importante de todo, en nuestra opinión, es tener muy claro que opositar no es estudiar. Opositar es vuestro trabajo. Merece por lo tanto una dedicación similar a la que dedicaríais a un empleo. Además de la misma consideración y respeto. Estudiad por tanto como si estuvierais trabajando. Vivid como si ya tuvieseis un contrato laboral.
Una vez terminada vuestra jornada de trabajo sólo debe haber lugar para la relajación y el esparcimiento. No debéis preocuparos acerca de si hay más o menos plazas, de si aprobaréis o no. Porque tarde o temprano el hilo de esos pensamientos os llevará a preguntaros sobre si lo que hacéis merece o no la pena. Y esa clase de desaliento influirá en vuestro rendimiento futuro. De modo que tras el estudio tenéis que hacer la misma clase de vida que cualquier persona que termina su jornada laboral y lee un libro, va al cine, juega con sus hijos… Este punto es muy importante: Nunca os llevéis el trabajo con vosotros.
Durante las horas de estudio buscaos un lugar en donde aislaros del mundo. Un sitio sólo para vosotros. Puede ser una habitación, la biblioteca, una cafetería. Aquí influye mucho lo personal. Hay personas que rinden mejor aisladas y en silencio. Otras en cambio lo hacen con bullicio alrededor, en una cafetería o con la televisión encendida. El sitio donde trabajéis es decisión vuestra. Pero sed honestos con vosotros mismos, aseguraos de que es el lugar adecuado.
Comenzad la jornada haciendo una valoración personal acerca de cómo vais, qué podéis hacer para mejorar, repasad esos puntos del temario que los preparadores consideran esenciales y, en definitiva, haced un balance de cosas a mejorar para rendir mejor durante cada jornada.
Prohibido pensar en el pasado. Un opositor, desde nuestro punto de vista, tiene que vivir constantemente dedicado al presente. Su única preocupación debe ser el ahora. Ese es el único modo de vencer la incertidumbre. Así que encontrad la forma adecuada de pensar y hacedlo desde el presente.
Entrenaros siempre en la búsqueda del mejor enfoque. Si es la segunda o tercera vez que os presentáis a examen pensad que la experiencia es un grado. Y si os presentáis por primera vez creed en que ciertas cosas si salen a la primera. El enfoque es fundamental. Determina en gran medida vuestro tono emocional. Y todo éxito depende en gran medida de un tono emocional adecuado.
Por eso, y ya para terminar, alejaros cuanto podáis de la gente tóxica. De aquellos que día a día minan vuestras expectativas. No permitáis que ciertas personas erosionen vuestra autoestima y motivación. No consintáis que se filtre en vosotros una concepción negativa de vuestro trabajo. Ha sido vuestra elección, estáis capacitados para ello y vais a conseguirlo.
Luchad y afrontad.
Cada día falta un día menos para lograr vuestro sueño.
¡Ánimo y feliz semana a todos!